"Es la memoria un gran don,
calidá muy meritoria;
y aquellos que en esta historia
sospechen que les doy palo,
sepan que olvidar lo malo
también es tener memoria".
José Hernández, Martín Fierro.
La última dictadura se autotituló "Proceso de Reorganización Nacional (PRN), tomando como ejemplo a la generación de 1880 en su organización de un Estado oligárquico, con la intención de volverlo a fundar. Como ya había ocurrido el fenómeno de la democracia de masas durante largas décadas, había que eliminar a todas las personas que no estuvieran de acuerdo con regresar al modelo aristocrático liberal, e implantar por la fuerza su propia ideología.
El golpe de Estado se hizo con complicidad civil, incluso diferentes partidos políticos. Sin embargo, los partidos políticos tradicionales no imaginaron que la etapa de terrorismo estatal que empezaba se implementaría con tanta saña, sadismo, violencia, nivel de delincuencia y deshumanización, cuando ya el genocidio había sido condenado por los organismos internacionales después de la Segunda Guerra Mundial.
La eliminación del otro, la práctica del genocidio, no solo abarca su aniquilamiento físico y psíquico, sino también "histórico" y social. Para que esto sea efectivo, primero se debe construir al "otro" como negativo en el imaginario social, con la colaboración de intelectuales y de los medios masivos de comunicación; luego se lo debe hostigar, con acciones esporádicas que vayan naturalizando en la población estas agresiones hacia el "otro negativo"; posteriormente el poder genocida tiene que lograr aislarlo especialmente en campos de concentración (como los nazis) o mediante secuestro-desaparición en centros clandestinos de detención -CCD-(en Argentina). En estos centros se procede al debilitamiento sistemático de las personas (que ya como desaparecidos perdieron su identidad, son simples números) intentando lograr su destrucción como integridad psíquica, su desgaste moral, en ciertos casos su selección para colaboración en la burocracia infernal de esos centros de exterminio, o su destrucción física y muerte por agotamiento. Con los sobrevivientes a estos pasos se lleva a cabo su exterminio final (cámaras de gas en Alemania, vuelos de la muerte u otros en Argentina).
La construcción negativa del "otro" que quería el cambio social se había hecho durante los años precedentes. Se había incluido dentro de ese "otro negativo" no solo a los integrantes de las organizaciones político militares, sino a todos los que querían justicia social.
Civiles y militares colaboraron en esta tarea.
El comandante en jefe del Ejército Roberto Viola explicó que "el destino final de las operaciones en desarrollo es la mente humana, el sistema interno de convicciones de cada hombre".
Eggers-Brass, Teresa, Historia VI, Historia reciente en la Argentina. Editorial Maipue, Buenos Aires, 2012.
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